A unos, la inmensa mayoría, la rumba divierte y apasiona; a otros, como siempre suele ocurrir, escandaliza. Joaquín Belda en la novela que titula La Coquito la llama “baile de perdición y de infierno” (Heraldo de Madrid, 23.10.1915). Hay quienes hablan, casi en tonos apocalípticos, de “la depauperación de la infancia madrileña al son de la rumba cubana” (Heraldo Deportivo, 5.2.1917) y ni que decir tiene que para los plumillas de La Lectura Dominical. Órgano del Apostolado de la Prensa la rumba era nada menos que “la hez de la hez” (14.11.1914). Desde luego, lo que no nos podíamos ni imaginar es que a alguien le pasase por la cabeza que la rumba tuviese antecedentes judaicos, que “hediese a judío”. Y vean lo que dice el suelto siguiente:
MÚSICA "NAZI"Era fatal que ocurriera. Lo estábamos esperando y, naturalmente, no nos ha sorprendido. Los profesores alemanes de baile van a "nacionalizar" las danzas. El "jazzband" es, por lo visto, antigermánico; y el "fox", el "black-botton", la "rumba" y el "pericón" hieden a judío... Los "nazis" van a acabar con elIos. De su "razzia", según nos anuncian, no se va a salvar más que el vals vienés; y, eso porque Hitler es pangermanista y propugna el "Anschluss", que si no, tampoco, porque lo austríaco no es alemán.
Hay que decir que este afán de depuración lo habia ya demostrado la socialdemocracia. El alemán es idioma relativamente moderno, y faltaban en él muchas palabras para las que cualquier lengua latina tiene abundancia de sinónimos.
Hasta hace pocos años, los alemanes empleaban con frecuencia, no ya galicismos, sino palabras francesas admitidas literalmente. Decían "adieu", "au revoir" y "pardon", y hasta las aplicaban mal, como cuando llamaban "plumeau" (plumero) a una almohada o a un colchón de plumas. El mal era tan grave que la hedionda socialdemocracia tomó enérgicas medidas para remediarlo. Casi por decreto se mandó que se dijera "verzeiung" para pedir perdón, y "auf wiedersehen" para significar hasta la vista. Pero a lo de ahora no se había llegado jamás.
Gracias a los profesores de baile vamos a tener en Alemania música "nazi". Se acabaron las danzas americanas, la música negra, el danzón, la guitarra hawaiana. ¡Todos a bailar al compás de tres por cuatro! En el Reich no se transige más que con el violín y con el clavecímbalo. Lo demás es decadencia.
La medida hitleriana es muy oportuna, porque en cuanto se baile solamente el vals—aunque los más Importantes autores de operetas vienesas son húngaros o franceses—habrá trabajo para todos los obreros.
Pero, a pesar de esta seguridad, tengo una duda que sólo don Ramiro de Maeztu puede aclararme, ya que ayer demostró en "ABC" que Hitler sigue paso a paso la política de nuestra Isabel I. ¿Cuándo prohibió Isabel la Católica que se bailara el "charlestón" en ambas Castillas?Arturo PERUCHOEl Imparcial, 25 de mayo de 1933.